Lecciones de Comayagua

Lecciones de Comayagua, que pasó en el incendio y cómo usar las normas de NFPA para mejorar la seguridad CI en cárceles y otras ocupaciones similares en Latinoamérica.

El incendio ocurrido en la prisión de Comayagua, Honduras, en el mes de febrero, en la que murieron 3ó1 personas fue el más terrible incendio del que se tenga memoria en una prisión y ha generado nuevos motivos de preocupación sobre la seguridad en una prisión de América Latina. En este informe especial, NFPA Journal Latinoamericano»‘ presenta un profundo análisis sobre el incendio de Comayagua, y la manera en que pueden utilizarse los códigos y normas de NFPA para mejorar la seguridad contra incendios en cárceles y otras ocupaciones por toda América Latina.

Muy temprano en la mañana del miércoles 15 de febrero comencé a recibir correo electrónicos y mensajes de texto refriéndose a un voraz incendio en Honduras. No había detalles muy claros, pero las noticias señalaban que se había desatado un incendio, la noche anterior, en una prisión ubicada en la ciudad de Comayagua. Los dos edificios que albergaban a los presos no contaban con rociadores, y el incendio se desplazó rápidamente a través de una de las estructuras, atrapando y dando muerte a cientos de prisioneros. Los informes iniciales señalaron que más de 350 prisioneros habían perdido la vida, lo que lo convertía en uno de los incendios con el mayor índice de mortalidad ocurrido en un centro penitenciario de la era moderna.

Inmediatamente me comunique con Olga Caledonia, Directora de Operaciones Internacionales de NFPA. y Gabriela Portillo Mazal, Editora Jefe del NFPA Journal Latinoamericano, quienes estuvieron de acuerdo en que debemos documentar el incendio y en que yo debía viajar a la Cárcel Nacional de Comayagua, en donde había ocurrido. Llamamos a Antonio Macias, Director Regional de NFPA para México, América Central y el Caribe, quien accedió a acompañarme. también me comunique con Jaime Omar Silva, Jefe del Cuerpo de Bomberos de Honduras, quien se comprometió a brindarnos su apoyo y alentó nuestra visita.

Nuestro objetivo era observar la escena y entrevistar a la mayor cantidad de personas posible, con el objetivo de resumir cómo y por qué sucedió el incendio, y determinar la manera en que la aplicación de los códigos y normas de NFPA podrían haber minimizado los daños a la propiedad y la pérdida de vidas. Organizamos nuestro arribo a la capital hondureña, Tegucigalpa, para el domingo 19 de febrero, donde nos encontraríamos con el Jefe Silva.

Estaba muy ansioso por llegar a Comayagua, porque este no era un incendio común. además de las espantosas pérdidas de vidas, el hecho puso en evidencia el reincidente problema de los incendios en las cárceles del país -se trató del tercer incendio de gran magnitud en Honduras desde 2003- al que además se suma el evidente y grave problema de los incendios en centros penitenciarios en América Latina, zona en la que en los últimos años han ocurrido los peores incidentes de incendios del mundo en estas ocupaciones.

Algunos países latinoamericanos están tomando medidas para abordar este problema, que ha cobrado la vida de cientos, o miles, de personas en la última década, pero se necesita hacer mucho más, comenzando con una adopción más abarcadora de los códigos y normas de NFPA. En Comayagua no existían alarmas de humo ni rociadores; si se hubiera contado con ellos, el resultado de este incendio devastador podría haber sido completamente diferente.

En Comayagua

Según lo planeado, llegamos a Tegucigalpa el 19 de febrero, pero ciertos acontecimientos ya estaban complicando nuestra visita. El día anterior, un incendio de grandes dimensiones había destruido un importante complejo de mercados de la ciudad, y el Jefe Silva nos informó que estaba muy ocupado con las secuelas del incidente y que no podría ayudarnos enseguida. Después de explorar otras posibilidades para poder acceder a Comayagua y encontrar solo callejones sin salida, Antonio tuvo una idea. «Por qué no vamos directamente para allá?», me preguntó una mañana en el hotel. En ese momento no teníamos nada que perder. Juntamos nuestras cosas y al rato estábamos en un auto alquilado camino a la prisión.

Comayagua se halla en la región oeste-central de Honduras, a 55 milla (88 kil6metros) al noroeste de Tegucigalpa. La ciudad, con una poblaci6n de alrededor de 70,000 habitantes, es un centro industrial y allí se encuentra, enclavada en la Base Aérea Soto Cano, la Fuerza de Tareas Conjuntas-Bravo (JTFB, por sus siglas en inglés) del Comando Sur del Departamento de Defensa de los EE. UU. Entre otras cosas, JTFB organiza en la base un campo de entrenamiento regional para bomberos.

La prisión se encuentra ubicada en la sección sudoeste de la ciudad, en el barrio Independencia, y está rodeada por barrios residenciales y edificios comerciales y de industria ligera. Llegamos al portón de la cárcel vestidos con camisas y gorros de NFPA, y los funcionados locales que se encontraban en el lugar fueron amables y corteses. »Son investigadores de incendios?», un policía le preguntó a nuestro chofer. «Si», respondió, e inmediatamente nos acompañaron hacia el interior. Antonio había tenido razón.

La cárcel estaba siendo investigada como una escena de crimen. El gobierno hondureño había solicitado ayuda a la Embajada de los EE. UU. en Tegucigalpa para la investigaci6n del incendio, y la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por sus siglas en inglés) del Departamento de Justicia de los EE. UU. había enviado su Equipo de Respuesta Internacional (IRT, por sus siglas en inglés) a Comayagua para llevar a cabo una investigación independiente. El personal de ATF todavía seguía recorriendo el lugar.

Mediante una solicitud utilizando la Ley sobre Libertad de Información, tiempo después obtuvimos una copia del informe realizado por ATF sobre la investigación, causa y origen del incendio; la mayor parte de los detalles citados en este artículo fueron tomados del informe de ATF. (Para ver el informe completo, visite nfpa.org/prisonfires).

La cárcel debía continuar en funcionamiento, y el edificio residencial restante seguía usándose para albergar a los prisioneros. Al igual que la mayor parte de las cárceles hondureñas, Comayagua alojaba a una gran población de presos que pertenecen a pandillas extremadamente violentas, por lo cual, durante nuestra visita, recibimos la estrecha protección de la policía, incluyendo completo acceso a la escena del incendio con la escolta de un funcionario del Cuerpo de Bomberos de Comayagua. Sin embargo, los funcionarios locales solo brindaron información sobre los antecedentes del caso, y ninguno permitió ser citado con su nombre

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    Lecciones de Comayagua

    Autor: Ing. Jaime Andrés Moncada, PE, PMSFPE

    Fecha Publicación: Septiembre 2012

    Fuente: NFPA Journal Latinoamericano, Año/Vol. 14, No. 3, Pág. 26-35.

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